Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
Paco Ibáñez, es un cantante español. Ha dedicado casi íntegramente su
trayectoria artística a musicalizar poemas de autores españoles e hispanoamericanos,
tanto clásicos como contemporáneos.
De padre valenciano y madre vasca, es el menor de cuatro hermanos.
Pasó su primera infancia en Barcelona, lugar en el que vuelve a residir desde 1994.
Tras la guerra civil, su familia se vio obligada a exiliarse a Francia puesto que su
padre era un militante anarcosindicalista de la CNT. Entre el invierno de 1939
y el inicio de la ocupación alemana, residirán en París. Su padre fue arrestado
e internado en un campo de trabajo para republicanos españoles.
Su madre regresó entonces con los cuatro hijos a San Sebastián para trabajar,
viviendo en el caserío familiar de Aduna en Guipúzcoa hasta los 14 años.
Más tarde, estos recuerdos de infancia en el caserío familiar fueron recogidos
en su disco Oroitzen —Recordando—, cantado en euskera. En 1948, la familia
atravesó clandestinamente la frontera y se reúnió con el padre en Perpiñán.
Paco aprendió de su padre el oficio de ebanista, al tiempo que comenzó a estudiar
violín, para sustituirlo al poco tiempo por la guitarra. Instalado con su familia
definitivamente en París, a principios de los años cincuenta, descubrió primero
la música de Georges Brassens, Édith Piaf, Jacques Brel, Barbara, Gribouille,
Servat, Serge Utgé-Royo, Capart y de Atahualpa Yupanqui, con algunos de los
cuales cultivó amistad y se convirtieron en referencias fundamentales en su
formación artística e ideológica; inmediatamente después Léo Ferré y el
movimiento existencialista francés, que se encontraba en pleno auge.
En 1956, la foto de una mujer andaluza vestida de negro le inspiró su primera
canción sobre el poema La más bella niña, de Luis de Góngora.
En 1964, realizó su primera grabación con poemas de Góngora y de García Lorca.
Este disco, desde el mismo momento de su aparición, se convirtió en un "clásico"
utilizado por los profesores de lengua y literatura española como material pedagógico
y por los defensores de las libertades como un símbolo de resistencia cultural.
En 1958, una amiga de Paco y de Pierre Pascal, le llevó a Salvador Dalí,
a Cadaqués, un disco de prueba con algunas canciones de Lorca y Góngora.
Cuando Salvador Dalí lo escuchó quiso conocer "al muchacho" que había hecho
el disco. Cuando se conocen, nació la idea de que el pintor realizara el dibujo
para la portada del disco y de esta forma comenzó una estrecha relación de Paco,
no sólo con el mundo de la poesía y de la literatura en general, sino también con el
de las artes plásticas.
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